domingo, enero 22, 2017

Nostalgia pelmaza.

Lo de Cachitos de Hierro y Cromo tenía su pase, por su mirada irónica al pasado y más concretamente a la década de los 80. Con Viaje al Centro de la Tele de Santiago Segura la cosa ya empezó a resultar cansina. Ochéntame otra vez ya atufaba de veras. Pero es que lo de Espinete no Existe es ya el colmo. ¡El colmo! ¡Hasta las narices ya!


Hasta las narices de ver una y otra vez a Diana comiéndose la rata; hasta las narices de las canciones de Parchís; hasta las narices de que me recuerden que el Gran Héroe Americano no podía volar bien porque perdió las instrucciones de su traje; hartito estoy de la gallina Cocoguagua y del Disco Chino; harto de que me recuerden que Chanquete a muerto; harto de mi primera colonia Chispas, y especialmente harto estoy de ver (otra vez) al Príncipe Gitano cantando mal en spanglish inventado el In the Ghetto. ¡Cansinos! ¡Pelmazos! ¡Dejadlo ya! Que una cosa es la nostalgia y los recuerdos, y otra cosa bien distinta es ya este gusto por la necrofilia. Y digo necrofilia porque lo de desenterrar a Espinete del olvido ha sido la gota que colma el vaso. ¡Dejad a Espinete y Don Pimpón en paz! ¡Eduardo Aldán sí que tendría que acabar en el olbidón! ¡Por pelmazo!

Y ahora, si me disculpan, me voy a echar una partida a una aventura conversacional en mi emulador del Spectrum, a ver si logro terminarme de una vez la trilogía de Ci-U-Than, con el Chichén Itzá, que jugar al Firfurcio me ha recordado que hubo aventuras conversacionales que no me llegué a terminar en su día… y es que está la nostalgia cansina y luego está la retronostalgia, claro. Xyzzy.

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