sábado, noviembre 16, 2013

Soy un watamote.


Este verano me he tragado fansubeado un anime llamado Watashi ga Motenai no wa dō Kangaetemo Omaera ga Warui! (No Matter How I Look at It, It’s You Guys' Fault I’m Not Popular!). Como el nombre es largo y raro de cojones, los otakus conocen esta serie simplemente como WataMote. La serie trata sobre una colegiala japonesa que es una marginada social en clase, pero que intenta cambiar su situación para dejar de ser la marginada de la clase y volverse popular. La gracia de este anime es que no solamente no lo consigue, si no que encima se pone en unas situaciones que la dejan en ridículo, una y otra vez, con lo que cada vez se vuelve más y más impopular. Pues bien. Para mi desgracia debo confesar que yo me sentía completamente identificado con la muchachuela protagonista del anime. ¿Y qué pueden tener en común un tipo de pucela cuasi cuarentón con una quinceañera colegiala nipona? La chavala de watamote se pasa todas las noches enganchada al ordenador y a internet, por lo que duerme mal y a la mañana siguiente aparece en clase con unas ojeras que le dan un aspecto lúgubre, a lo Morticia Addams. Eso es ya un punto en común. Pero hay más. Lo surrealista de las situaciones de la serie me son tristemente familiares. Como el episodio en que ella se va al burger, sola y marginada, y logra quedar en ridículo una vez más. Me siento completamente identificado con esa situación porque a mí me han pasado cosas parecidas. A mi edad. Y lo triste es que más de una vez. Tengo experiencias watamoticas para dar y tomar. De hecho hoy me ha pasado…

Me he ido yo solo marginao al centro comercial Equinoccio Zaratán. Me he subido a la planta del McDonald’s y después de hacer el mogollón de cola me ha tocado mi turno. Me he pedido un Mc Menú Mc Rib, pues eso era lo que tenía ganas de zamparme. He pagado, he estado esperando un ratejo hasta tener la comanda y cuando por fin me llega el turno veo que me ponen una Mc Royal en vez de la Mc Rib. Miro mi factura y me quedo con cara de tonto al ver que efectivamente había pagado una Mc Royal, que encima es más cara que la Mc Rib y no me había dado ni cuenta. Me he quedado un rato pensando si montarla o no montarla, pero al ver el mogollón de cola y el mogollón de gente mirándome con cara de: “Ya tienes el pedido majo. ¿Te mueves? ¡Qué estorbas!” pues me he callado la boca y me he ido yo solo a un rincón a comerme en solitario la hamburguesa que había pagado pero que no había pedido. Y lo más triste es que me pongo a leer un texto que hay en la caja de las patatas fritas y pone: “Las patatas fritas son tus mejores amigas.” ¡Verídico! Me he sentido un watamote total. Como me acordaba de la serie justo en ese momento…
¡Cómo te comprendo Tomoko!
Pero es que la tarde no terminó en eso. Luego me fui al Media Markt que está al lado del Equinoccio a pillarme en DVD unas pelis de Marvel. Me pongo a la cola, que en esa tienda son bastante largas, y cuando por fin me toca el turno va la cajera y me cierra la caja en las narices, porque tenía que atender a un cliente con factura o no sé qué mandangas. Me he quedado pensado: “¿Es que soy invisible o qué? ¿Y cómo puede ser que me pase dos veces en el mismo día? ¿La monto o no la monto?” y no la he montado y me he callado. Otra vez. Porque encima es que la cajera es guapísima y tiene unos labios que me ponen burrisisisimo. Y por eso cada vez que voy al Media Markt intento que me atienda precisamente esa cajera. Y cada vez que le miro a la cara me pregunto: “¿Sabrá que existo?”. Y ya tengo por fin la respuesta. NO. Yo no existo por lo visto. Watamote total. Debe de ser que me ven cara de friki y por eso la gente pasa de mí y de mi culo…
Impopular forever.
Nota mental: comprobar que BMO hace cosas de pirao cuando está solo en casa marginao. Pero es que BMO soy yo.

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