martes, enero 15, 2008

Retrofrikismo: The Eidolon.

Hoy me ha dado por visitar Viruete.com y me he encontrado con una grata sorpresa. Al sin par Viru le ha dado por reseñar brevemente uno de los juegos que más me traumatizaron en mi infancia: Aliens el regreso de Spectrum. ¡Qué difícil era el jodio!

Lo qué más me ha llamado la atención es que Viru comenta que este juego es el antepasado directo de Wolfenstein, Doom y similares. Y automáticamente me ha venido a la memoria un juego anterior, que simulaba un shooter en primera persona, pero en los míticos tiempos aquellos de los 8-bits y que lograba un resultón efecto pseudo-3D a pesar de las tremendas limitaciones técnicas de por aquel entonces.

The Eidolon.

¡Este juego también me llevaba por la calle de la amargura! Era difícil con ganas y te arrepentías de haberlo cargado a la media hora de lo chungo que era, pero aún así te lo jugabas toda la tarde, porque en la época de los cassettes te tirabas más tiempo intentando que cargase el puto juego que jugando y si finalmente lograbas que rulara no era plan luego de cansarse a los 20 minutos por más que te mataran una y otra vez.

Tengo que aclarar que las imágenes que acompañan a este texto en realidad no son del Spectrum. Posiblemente sean del Commodore 64 o del MSX, pero es que por más que he buscado y rebuscado no he logrado encontrar nada más.

En cuanto al juego en sí, recuerdo que se suponía que ibas montado en una especie de cacharro retrofuturista steam-punk al que en el juego solo se le ve la consola de los mandos, pero que yo tenía perfectamente perfilado en mi mente, gracias al dibujillo de la carátula del juego.

Montado en ese trasto se suponía que te adentrabas en una especie de laberinto subterráneo con un objetivo poco claro. Por aquel entonces los juegos no solían explicarte con intros chulas que es lo que se suponía que pasaba o lo que tenías que hacer. Jugabas y punto. Aprendías sobre la marcha. Y eso sin duda era lo peor del Eidolon. Te dejaban suelto en medio de una cueva y te tenías que buscar la vida. ¡Así te las compongas! Pero eso también formaba parte de la magia de aquellos tiempos.

Una vez dentro de las cuevas te ibas encontrando una serie de esferas o pelotas flotantes que dependiendo de su color te podían quitar o añadir energía. Tras mucho dar vueltas y más vueltas por pasillos vacios, al final acababas encontrándote algún bichillo solitario, generalmente un orquito con cuernos, que te atacaba lanzando pelotas rojas (las rojas eran las que quitaban vidas) y al que tú te tenías que cargar contraatacando también con pelotas de color rojo. Lo chungo es que si dos pelotas de color rojo chocaban en el aire entonces se transmutaban, cambiando de color, con efectos imprevistos e indeseados.

Si lograbas apiolar a los orquitos podías seguir explorando por la cueva, hasta que finalmente llegabas al dragón y aquí se terminaba todo. Recuerdo que los dragones eran imposibles de matar y por más pelotas rojas que les tirases al final siempre acababan liquidándote los muy cabronías, por lo que te tocaba otra vez empezar desde el principio.

¡Y eso era todo el juego! ¡No había más! A pesar de lo simple de su mecanismo y a pesar de la dificultad exagerada, yo me pegaba unos viciotes tremendos al Eidolon. Mis recuerdos son borrosos y no estoy muy seguro, pero creo que al final sí que logré una vez pasarme al dichoso dragón, pero eso solo te llevaba al segundo nivel con más bichos y más dragones, que te liquidaban en un pis-pas, por lo que volvías a empezar otra vez desde el primer nivel. ¡Y aquello ya era demasiado! Al final terminabas por dejarlo, más que nada porque de aquella te miraban con lupa cuanto tiempo pasabas enganchado a los puñeteros juegos y a la que te pasabas de la raya te veías castigado sin poder volver a tocar el Spectrum en una semana. ¡Y eso sí que no!

Solo puedo añadir a lo comentado que la nostalgia es muy mala y que tengo muy claro que estos juegos es mejor dejarlos en el pasado y no volver a jugarlos, a pesar de estar disponibles gracias a internet y los emuladores, más que nada para evitar grandes decepciones. El tiempo no pasa en balde y aquellos maravillosos juegos del Spectrum vistos ahora dan entre penilla y vergüencita de lo malos que eran.

Del dichoso Eidolon lo único que me queda es esa obsesión rolera por explorar en los dungeons y cuevas de los actuales mmorpg, por más que sepa que tal cosa lleva al desastre, puesto que ahora a la que doblas una esquina se te tiran encima todos los jodios bichos del dungeon y te hacen trizas...

Por cierto, creo que al final sí que he logrado encontrar una pantalla del Eidolon para Spectrum...



¡Jo! ¡Pero qué mala y qué perra es la nostalgia!

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