lunes, octubre 23, 2006

¡Scott Lobdell es el puto cancer!


Ya tardaban en comentar los chicos de ADLO la jugada de Panini y no han tenido mejor ocurrencia que hacerlo mentando al innombrable, aquel-cuyo-nombre-nunca-debe-de-ser-pronunciado-excepto-para-vomitar-encima-odios-y-bilis.

Yo ya he expresado anteriormente en aqueste mi blog mi aversión, mi odio profundo y mi total desprecio por aquel material mutante tan horrible de los 90. Pero gracias a los chicos de ADLO ahora recuerdo la razón real para tanto odio y ya tengo la excusa perfecta para escribir un post en el que, a modo de exorcismo, poder sacarme de dentro toda la hiel que en su día se me acumuló, tras la lectura de aquellos bodrios tan lamentables, que me obligaron a renegar tres veces de los superhéroes y pasarme al manga.

Mucho se ha dicho de Rob Liefeld y muchos le han señalado con el dedo acusador, como culpable del inicio de toda aquella debacle noventera, en la que hasta el pobre Superman tuvo que subirse al carro de los superhéroes molones con superpistolones, pero si lo analizamos todo fríamente, desde la perspectiva actual, veremos que en realidad el pobre Liefeld tan solo era un alma cándida, con el ego subido por todo aquel reconocimiento repentino y todos aquellos millones de dólares imprevistos en su cuenta corriente. La culpa no fue del Liefeld, no. La verdadera mano negra detrás de todas aquellas tramadas del Liefeld en realidad era la de un tal Fabian Nicieza. Rob Liefeld tan solo era el pintamonas y desde luego que no era el anticristo que predijo el exagerado de Peter David en su columna But I Digress... si no me creen solo tienen que rescatar todo ese material radiactivo del cementerio nuclear y rebuscar entre los créditos. Verán que el nombre de Nicieza acaba apareciendo siempre por alguna parte. Pero con todo lo dañino y maligno que pudiera ser Nicieza, con todo lo perjudicial que fue para el medio en su momento, no fue más que un mal catarro si lo comparamos con aquel-cuyo-nombre-nunca-debe-de-ser-pronunciado-excepto-para-vomitar-encima-odios-y-bilis, al que podemos calificar directamente de cancer. El puto cancer. Sí, sí, como lo oyen. Toda la etapa del innombrable en los X-Men debería ser extirpada de la continuidad mutante como si de un tumor cancerígeno se tratase. ¡Ea! ¡Ya lo he dicho!

Y por cierto señores amigos de ADLO, si nadie quiere recordar al innombrable no es porque se pretenda negar su existencia (ojalá), es porque con tan solo pronunciar su nombre ya te salen úlceras en la boca...

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